Tipical gaditanis I

Sentados en la Alameda Apodaca, tranquilos, fumándonos un porro arropados por la humedad de la noche gaditana, con el olor a algas como perfume más intenso incluso que el del hashis y la total certidumbre de no haberme ido nunca de aquí. En la esquina un banco esquinado, con el respaldo de hierro forjado y el asiento como un mosaico azul y blanco, tiene como único dueño a un "tipical gaditanis". Joven de edad, habitual de las calles del palillero, de tez muy tostada por el sol y aficionado a tocar la flauta y sin embargo pedir por ello. Este tipo vive allí junto con su radio, la famosa radio que solo sintoniza canales horteras, música a cuyo son bailan unos niños monísimos.
Dejamos atras a este "personaje" y nos adentramos por las callejuelas de Cádiz en busca de un sitio libre en la Taberna del Almirante, algo dificil dado el famoseo de la zona. Cruzamos la Plaza Mina, la Calle Ancha, el Palillero (aunque parezcan muchos sitios y un camino muy largo, es mentira: Cadi es mu chico), atajamos por Candelaria y su olor a Dama de noche. Justo cuando estamos por llegar a la Catedral, en donde confluyen Santiago con Compañia, un hecho gadita nos vuelve a dejar flipados. Una pareja (cuya femina conozco del colegio de vista, algo muy normal: Cadi es mu chico) y un niño rechoncho. El siguiente dialogo es totalmente fiel a la realidad:
Ella: Cari, coge al niño en brazos y enseñale el señor. Venga Paco.
El: (cogiendo al niño en brazos y alzandolo por encima de sus hombros frente a la imagen del cristo de santiago que se encuentra en la esquina) Mira Paquito, este es el señor, nuestro señor. -Dice sin avergonzarse para despues realizar con gracia un sonido que nos recuerda a la semana santa y a los cargadores.


Nos sonreimos para posteriormente carcajearnos fuera de sus miradas de fervorosos creyentes, y continuamos nuetsro camino hacia El Populo.