El cura que me bautissó de shica

Pepe (llamemosle así) es el cura que me bautizó de chica (home, no te va a bautizá de grande, diran ustedes...pues podría ser).
Pepe (llamemosle así), de aspecto encantador, siempre asistia a las comidas familiares que la familia X, debota fiel, solia hacer todos los domingos. Dio la comunion a todos mis tios, primos segundos, primos hermanos y madre.
Pepe, o Padre Pepe como le llamabamos, era una persona que alardeaba de su pobreza aparente y no dudaba en amonestarme si yo osaba subir un poco mas la falda del colegio o llevar un elefante de marfil (simbolo pagano) junto a la medallita de la virgen de fatima.
Pepita (llamemosla así) era la dueña de la perfumeria que habia en San Juan de Dios.Una mujer prudente y delicada de muy buen ver. La tienda de perfumes que regentaba Pepita (llamemosla así) era una debota tienda de perfumes subvencionada por el Padre Pepe.
El chalet de Chiclana era una hermosa finca subvencionada por Pepita y el Padre Pepe para recrearse en el amor carnal y, por supuestom espiritual.
El edificio de 3 plantas y 4 pisos en cada una situado en vargasponce era subvencionado por......en fin.
No es cierto que la iglesia haya estado en manos de personas que renunciaban a la riqueza en favor de los pobres y una administracion mejor y mas clara. Aunque si es cierto que la iglesia significo el principio de la accion social por su fundamento ideologico, siempre sosteniendo el sistema establecido y dandole la oportunidad a los ricos de salvarse y practicar la caridad a traves de la limosna.Tambien es cierto que entro en crisis el modelo de caridad en el proceso de ilustracion y que muchos clerigos y ordenes eclesiaticas fueron disidentes precisamente porque no estaban de acuerdo con otra parte de la iglesia a la que no consideraban dignos de predicar la palabra de dios porque no eran coherentes con su actitud ante la riqueza, y porque la ostentacion de la que hacian gala dañaba la moralidad y la imagen de Jesus sobre la que ellos creian estaba fundamenta la iglesia.


Finalmente, un día cualquiera del mes de octubre, en mi regreso a Cádiz, tacita de plata y luz de bahía, topeme con el Padre Pepe y su amante-concubina Pepita la Perfumera. Vime oblligada a decidir entre mi somier de 1,50x2 de alto y la manifestación simbólica de mi fé en el sagrado sacramento del matrimonio. Cogí una carrerilla mortá de fuerte y, con el somier en alto y el impulso lo lancé hacia los amantes, que quedaron atrapados entre sus láminas para siempre. Ellos gritaban, "que hasse????", pero de pronto, al estar sus cuerpos juntos, sintiendose ellos sus calores y olores respectivos, no pudieron contenerse y empessaron a magrearse en público delante de las autoridades pertinentes que los jalearon con grasia y ole.
Atónita, me di cuenta de que no les había descubierto nada nuevo, y que todos sabían "La verdadera historia del cura que me bautissó de shica..."