La muchacha que soñaba que se mudaba tenía una vida más o menos normal. Intentaba currar de lo que fuera para poder pagar a la puta Telefónica, vivía más o menos bien, comiendo ternera de vez en cuando y saliendo los domingos a tapear, algunas cervecitas el fin de semana, quizás asistir a un espectáculo. Pero la muchacha que soñaba que vivía en una casa nueva, todas las noches entraba en otra dimensión, una dimensión que se repetía una y otra vez durante largas temporadas hiciera frio, calor, se hubiera acostado tarde o hubiera trasnochado. Bien cierto es que este sueño no se repitió durante años, pero siempre fué una constante en su vida onírica aunque de forma intermitente.
Durante el último mes lo soñó cada noche.
En ocasiones se mudaba con su pareja, otras veces lo hacía sóla a un piso en que ya vivía alguien, o compartia espacio con su primo o una amiga lejana con la que hace años perdió el contacto, su padre muerto le hacía una visita o siempre estaba limpiando para preparar una fiesta para gente que acudía antes de tiempo.
En su sueño la ciudad siempre tenía una misma estructura, una misma forma aunque diferente, eso sí, de la de la vida real. Había zonas oscuras de muertos por las que estaba prohibido transcurrir lentamente, lugares en los que entrar era fácil pero muy dificil salir: entonces escapaba corriendo pero no avanzaba más que unos centímetros. Juntaba los puños con fuerza, tenía fé y se escabullía por los pelos. Ella lo llamaba el poder. Nunca la cogieron, pero siempre tuvo miedo.
En sus distintas casas nuevas había habitaciones llenas de muebles, sofás de dos asientos, camas, aparadores, armarios, mesas de café; se encontraba un espejo verde de cuando era pequeña e intentaba organizar todo el mobiliario en el escaso espacio de su nueva morada. Entonces aparecían habitaciones más grandes y diáfanas, y fantásmas que no se veían, o libros de comics viejos en rincones secretos y puertas escondidas. La muchacha que soñaba que se mudaba no recordaba elegir la vivienda con inmobiliaria, ni siquiera buscarla en el Segunda mano o el Cambalache, solamente recordaba entrar en la casa con sus cosas que nunca encontraba. Normalmente era una azotea, o un piso alto, con una escalera estrecha y complicada, un pasillo de acceso oscuro con cuadros grandes de ojos sospechosos y, a veces, la estatua de una Inmaculada concepción con sus querubines y todo. Esta imagen la inquietaba profundamente.
En definitiva y para concluir este sueño, la muchacha esta que se iba a otra casa no sabía si mudarse de verdad o acudir rápidamente al psicoanalista.
4 comentarios:
QUe no deje de soñar aquella muchacha que soñaba que se mudaba a otra casa. Porque siempre que se tenga a si misma, bella, valiente y luchadora...tendrá consigo su hogar. Y con ella todo aquello que le hace falta.
Yo al menos puedo decirte que: "Yo vivía en un barquiiito de papeeeel" (cantando)
Muchos besos Xmala, disculpa las palabras enredadas, pero estoy con unas copas encima. te he agregado a mi blog. Besos de nuevo. Mar.
Esto va dirigido a la muchacha que soñaba que se mudaba de casa.
Querida muchacha: los sueños que tienes son las mil inquietudes que tienes en tu vida, son proyectos, ilusiones, algún que otro miedo, algún que otro recuerdo latente, alguna que otra imagen grabada en algún lugar de tu cerebro. Querida muchacha, esos sueños de mudanza, no son más que reflejo y metonimia de toda tu persona, porque debes ser vivaracha, y porque en el fondo siempre quisiste tener un camión de mudanzas.
Los sueños son el envés de la vida y siempre se sueña lo que en realidad uno es y no lo quiere ver.
Enhorabuena por tu relato.
Te invito a visitarme en
http://www.enunblog.com/Aguirre
Saludos y besos desde Sevilla.
Me encanta la muchacha ke soñaba ke se mudaba porke me hace retratar sentimientos de otras vidas y poderlas sentir yo también desde otra mirada. Gracias bella.
Publicar un comentario