Soy un gnomo, y aquí en el cubo soy feliz, venga tronko dejalá, esa birra es pa mi"

Hace tiempo que a David el gnomo se le acabó el rollo de la serie y se fué por muy mal camino. Pasaron los tiempos de cantar felízmente eso de "soy un gnooooomo, tan diminuto y bonachón". En aquella época la televisión llegó a arruinar la vida de nuestro pequeño amigo. El roce diario con un compañero de trabajo le llevó a una pasión desmedida, esos deseos fueron nefastos para la pobre autoestima de David, que comenzó a drogarse para olvidar a su zorro Sweet. En la vida real Sweet era una zorra que mantenía cachondo perdido a David, que sudaba a chorros cada vez que le decían que tenía que montarla.
Totalmente borracho cantaba versiones x de la banda sonora de la serie "soy un gnomo y si te agachas voy a por ti, un buen tranco tengo yo pa hacerte feliz".
Un día, David no pudo más y acorraló a Sweet en un descanso, se quitó los pantalones y mostró su enorme capirote. Sweet, lejos de escandalizarse se puso en pompa y...entonces llegó el director de la serie don Germán Wakamol (el de la cara de mona), que a la vez era el marido de nuestra querida zorra. Al poco tiempo David moría repentinamente convirtiéndose en árbol, y la zorra era traspasada a otra serie de gnomos asexuados.
Desde aquella historia triste, a David se le cerraron todas las puertas, incluidas las de la Clínica de la Salud, a la que tenía derecho por su seguro privado...pero claro, Don Germán Wakamol  (el de la cara de goma) estaba al acecho y jamás perdonaría semejante afrenta. David perdió todo y tuvo que dejar su chalet de Roche, su cultivo de monguis, su colección de trajes de penitentes, su furgoneta hippy, lo tuvo que dejar todo quedándose en la calle. Pero un día convenció a "el boca" para que le hiciera un alquiler razonable y así fue como acabó mudándose al cubo de la fregona del local de los MASMADERA. Y allí continúa viendo como su rival actúa con total resquemor traumatizado por su amor zoofílico, puteando a la gente desde su nuevo puesto de director de escuela de teatro, donde puede bordear a las jovencitas con total impunidad. Pero eso ya es otra historia....
A nuestro pequeño colega le ha dado por beberse las escurriuras de los litros del local y de momento se conforma con escuchar buena música y sangrar alguna colilla de canuto.



P.D.: Todo esto por no decir que... ejem, que el baño del local está la mar de limpio.