LOS ALBAÑILES DE MI CALLE SON MUY AGRADABLES, LOS QUIERO, MUACK

Cuando doblé la esquina escuche un grito horroroso, juraría que en español, pero parecía otro idioma, yacoñocarajoputatumare. Giré la cabeza con miedo, me quedé parada, sin aliento, los albañiles dejaron de hablar(menos mal, por otra parte, porque pa´ decir pamplinas están mejor callados), los ruidos de las obras pararon, el taladro, la hormigonera, el pico, incluso el tráfico incesante de motos quedó suspendido por unos instantes y solo se escuchaba ese grito, alarido. Pensé que era un animal, nadie humano podía hablar así, pensé también que era la alemana indigente que duerme en canalejas y que insulta en su idioma (creo, a lo mejor dice dulces palabras, pero por el tono y la cara de siesa no se yo qué pensar).
Giré la cabeza, como digo, y allí estábamos todos, parados en las aceras, los cigarros encendidos en la boca sin fumarse; los niños de los carritos sin llorar ni balbucear, atónitos; el tio que ojeaba el periodico después de comprarlo, sin moverse; la que barría la calle, quieta, con la escoba en el aire y el chicle a medio mascar; los vecinos asomados, incluso los que nunca salen y solo vislumbran tras las cortinas, esos también se asomaron con sus caras blancas y pálidas de no salir nunca a la calle en horas normales. Todo era un profundo psssssss.
Entonces pasó lo inimaginable...

De uno de los andamios sonó un:

-Darme fuego alguien.- nadie contestó por supuesto...-Darme fuego alguien, carajo....

-PSSSSSSSSSSSSS-dijo uno que estaba en el balcón de enfrente.-Psssssssss-sonaron por diversos sitios a lo largo de la calle..

-¿Cómo que psss?A mi no manda calla naide.

-Psssss, pssssssss, psssssssssss......-

-Ahora voy pallá, y me vas a decir pss en la cara, ahora bajo y te vas a enterar...- y bajó; y mientras bajaba no paraba de gritar, insultar, escupir hasta que llegó a la calle, y ocurrió.

De una de las esquinas salió un destello azul. Una niña mostruosa con lazos en el pelo y la ropa a medio romper en su cuerpo, era como la increible Hulk, pero en azul y con zapatos de charol. La mirada perdida de rabia, una gaviota a medio masticar en la comisura de su boca, los calcetines blancos con borlas eran dos gomitas en sus tobillos, el abrigo azul marino de tres cuartos se había convertido en una capita que tapaba aún medio hombro. Al andar el suelo retumbaba y los pájaros se cagaban para dentro del miedo.
Entonces salió el albañil, el del fuego. Salió de la casapuerta con su mirada de pasota-chulo-albañil (carajote en definitiva), con el cigarro entre los dedos anular y corazón, dispuesto a cruzar la calle para encararse con el vecino de enfrente. Nada más poner un pié en la acera, la niña mostruosa, rugiendo como un millón de animales furiosos, lo cogió de la patilla, lo lanzó al aire por encima de su cabeza, abrió la boca, y GLUMP,...se lo tragó sin masticar.


Pues EA!, eso es lo que le pasó a los albañiles carajotes cuando se encontraron con la infanta Leonor que acababa de enterarse de que el futuro en España es republicano (po me la cojes con las dos manos).