miércoles, febrero 2

A veces cuando me peino por la mañana...(sí, yo me peino)

Bajé las escaleras al galope, arrasando al pobre vecinito del andador, haciendo que temblasen los viejísimos pasamanos y que las paredes se resquebrajan a mi paso. Iba fuera de mí, y los albañiles, antes bulliciosos, se escondieron como cucarachas detrás de las columnas del patio y en los andamios. Mis ojos decían a gritos -deharmepasouoscomo-.
Entonces puse los pies en el suelo de la casapuerta como si fuera un bloque de piera del campo del sur dejao caé malamente y la tubería, que siempre estaba atascada, se desastacó de pronto; los buzones se pusieron a llorar y desintegraron la publicidad del telepizza y las facturas; y la puerta de la calle hizo -clack- y se abrió solita, sin que nadie le diera al botón de apertura ni metiera la llave.
Una voz salida de algún balcón dijo: -ira ira, que mieo, tiene cola_ , en esos momentos yo gruñia sin darme cuenta y, en mis gruñidos, podía interpretarse vagamente esa canción de Mocedades. Una salivación exagerada ahogaba a las palomas que volaban a Castellón, y unos cuernos MUY GRANDES que me habían salido de pronto hicieron que los coches se pararan y no circularan ni por la zona franca.
Yo empecé a trotar, y troté, troté, con mis 4 patas,...4 PATAS?
Por aquel entonces los del ayuntamiento de cádiz habían pagao todas sus deudas por si acaso tenía eso algo que ver. Y Aznar dijo que dejaba de dar conferencias y se metía un dedo en el culo,o dos si yo quería. Fernando Fernan Gomez dijo que resucitaba si hacía falta, y Spiderman dijo que, si hacía falta se convertía en personaje de verdad.
Yo seguía trotando, notando cada vez más pelo alrededor de mi cuerpo, sintiendo cómo la lengua no quería estar en la boca y cómo mi boca no quería cerrarse. Entonces tuve sed y paré en el restaurante Fenshui de Chiclana, el clavazo que me metieron por un vaso de agua hizo que volviera en mi, no sin antes marcar territorio en la entrada: toma meada.
Antes de irme me retoqué en el espejo retrovisor de algún coche aparcado y allí estaba, la causante de todo, aquella que salió a relucir triunfante cuando me peinaba esa mañana: LA CANA, LA PRIMERA CANA